Por Jaime Leygonier.
Presos en la trampa que la dictadura llama "revolución cubana", absolutamente todos los cubanos podemos ser procesados judicialmente por diversos delitos que nos es imprescindible cometer para satisfacer necesidades elementales que el Estado crea; no satisface y castiga por satisfacer.
Tal anormalidad legal ocurre porque el Estado viola los derechos más elementales al trabajo, a su remuneración, a la propiedad, impone salarios ínfimos y precios desproporcionados a esos salarios y monopoliza servicios vitales que incumple: como el abastecimiento de alimentos, la reparación de viviendas y venta de materiales de construcción.
Su ataque contra las leyes económicas y sociales - con malfuncionamiento natural del Estado que pretende administrar lo que es imposible administrar - produce el retroceso de la civilización evidente en La Habana que se derrumba, los campos incultos, el desmantelamiento por orden de Fidel Castro del principal renglón económico del país - el azúcar - y el colapso del los sistemas de atención médica y de educación.
La miseria y el desorden que genera el Gobierno aportan a éste una ganancia: Todos - por dependientes del estado paternalista y obligados por la situación a robarle y a vender y comprar ilegalmente- carecen de la libertad económica para hacer política y viven en "culpa", a merced de "tribunales", jefes y delatores.
Si Lenin argumentó que para que funcionara la economía en el socialismo era necesario el comercio, las pequeñas empresas y producciones familiares y artesanales, Fidel Castro prohibió y persiguió esas necesidades - particularmente a partir de "la Ofensiva revolucionaria" con que imito en 1968 a la "Revolución cultural" maoísta.
La vista gorda de la policía garantiza la fidelidad como delatores o paramilitares de los verdaderos delincuentes comunes: Quienes lucran con el juego de "la bolita"- lotería ilegal- roban en los comercios de víveres que administran y trafican en el mercado negro, alquilan habitaciones y se vinculan con la prostitución, estafadores y hasta perturbados mentales son instrumentos "muy revolucionarios" de la policía política para atacar a los opositores.
Las personas comunes, están obligadas por la necesidad a robar en sus empleos - de los que dependen- y a comprar alimentos, materiales para reparar sus viviendas ruinosas, ropa en el mercado negro, y por tales "culpas" no se atreven a alzar la voz ante los abusos de las autoridades.
Los llamados "nuevos ricos" o " shopping-gentes "- en realidad menos pobres- reciben pequeños privilegios como funcionarios del Estado o por remesas de dinero de familiares en el extranjero, o viajan al extranjero como funcionarios o por invitación de familiares, !se sienten al margen de la situación nacional por sus mejores alimentos, equipos eléctricos, plástico y metal dorados! Son súbditos sumisos de la dictadura.
Perdida toda esperanza de futuro en Cuba, sintiéndose impotentes para influir en la cosa pública y solucionar sus problemas, viendo a la Patria cada vez más ajena, cientos de miles- o millones- no ven otra solución para sus vidas que emigrar. Y, como cualquier antecedente penal puede frustrar el visado, también son sumisos y hasta "participan en las tareas de la revolución".
Disidentes y opositores sufren más la situación pues el Régimen los condena al desempleo por sus ideas y quedan vulnerables a la represión si "como todo el mundo" hacen trabajos ilegales, compran y venden.
Si el disidente muda de casa, seguramente las autoridades encontrarán - y no necesitarán probarlo - que cometió una ilegalidad por la que le confiscarán su hogar (expediente que emplean también contra predicadores cristianos no autorizados) si alguien agrede al opositor: el agresor resultará éste.
Mientras escribo sufre prisión por su seria labor social y de periodismo médico el Dr. Darsi Ferrer Ramírez. Le "confiscaron" dos ventanas de aluminio y dos sacos de cemento: Reparaba su apartamento ruinoso.
La puerta vieja se la fracturo a patadas la policía hace tiempo y consiguió puerta nueva de la única forma en que se puede, sin autorización. De nuevo se la fracturaron a patadas y le arrancaron las ventanas " como prueba"- ahora esta preso y en su hogar entra la lluvia y puede entrar cualquier ladrón.
En la misma calle, a tres cuadras, se construyó una mansión un teniente coronel fiscal militar a quien hasta los mismos comunistas y el Dr. Ferrer denunciaron en vano. Por ello dijo el médico a la policía:"Los materiales me los dió el Coronel González Peña a quien yo denuncié porque le vendió materiales a medio barrio".
Mañana podrá tocarle a quien esto escribe; por comprar huevos en la calle, o leche: En Cuba los mayores de 7 años pierden el derecho de comprar leche, pero casi toda la población la compra en la bolsa negra - mercado clandestino tan amplio que es imposible sea ajeno al Estado.
Hace unos años, en una gasolinera escuché una conversación animada ( por el alcohol ) entre cuatro funcionarios, uno en uniforme verde olivo - mudo e incomodo por que los otros criticaban la situación.
Uno comentó la necesidad de todos de reparar sus viviendas y dijo:"Si el Gobierno quiere acabar con "los de los derechos humanos" nada más fácil que meter presos a los que reparen sus casas. La gente puede justificar el cemento como que lo compró al Gobierno por dólares, el resebo como que lo sacó de escombros, pero el Gobierno no le vende cabillas a nadie y en toda construcción todo el mundo tiene que poner cabillas robadas al mismo Gobierno, todo el que repara está en delito".
Agrego, todos estamos en "delito", desde el funcionario que más seguro se cree hasta los ancianos que el hambre empuja a la calle a vender cigarros y lápices, perseguidos o tolerados por los policías, pasando por quienes no quieren se derrumbe sobre su familia el techo que el Estado incumplió sus compromisos de reparar.
! Qué criminales los que destruyen a la Nación que secuestraron desde hace 50 años y como mecanismo de su poder convirtieron el trabajo en delito, no producen sino necesidad y encarcelan por solucionarla trabajando!
(La Habana, agosto, 2009).